Ya lo dice la misma palabra de inclemencia, referida al tiempo, falto de clemencia, y de ello te das cuenta cuando el ánimo está un poco bajo. En otros momentos más eufóricos la puntual lluvia, el sol huido, el mar embravecido y el viento desabrido pueden hasta ser tonificantes y banda sonora y gráfica de momentos acogedores, especialmente los del recogimiento en la lectura. Pero si ese día no estás especialmente reconfortado con la Vida, los elementos de naturaleza dichos, son adversos y mal venidos.
Con el mar he de reconocer mi excesiva exigencia, pues todo mar que no pueda penetrar me desasosiega sin remisión, y el del 19 y 20 de enero sólo ha sido penetrable a la vista y al sucinto chapuzón, pero no navegable, y hasta el baño en la orilla era un descoyuntamiento del cuerpo, por la fuerza de los rompientes. Finalmente el domingo 20 acabó saliendo el sol, pero la bravura de las olas y del viento prosiguió, y no hubo más incursión que la carrera por la arena y el puntual baño.
domingo 20 de enero: al menos dejó de llover y acabaría saliendo el sol