domingo, 8 de mayo de 2016

La boda: testimonio de felicidad y de soledad


El contrapunto de felicidad no era esta primavera fresca, que tanto me gustan, ni siquiera que el día empezase lloviendo y que luego se arregló ; el contrapunto  a la felicidad del casamiento de un hijo era la soledad amatoria con la que yo comparecía a su boda . Realmente fue emotivo testimoniar su felicidad, tuve una mezcla de sentimientos diversos, todos ellos evocadores y potentes, en los que obviamente sobresalen, menos mal, los de felicidad del hijo único que se casa y cuya dicha transfiere a sus padres aunque estos no formen desde hace años pareja.

 Aunque por la separación matrimonial hacía años que no vivía con mi hijo, lo que le resta  la pena de la marcha por casamiento, no quita para que el solemne trámite indique el relevo generacional de padres-hijos. Primero el recuerdo de mi padre que no ha vivido para ver casarse a su único nieto y la ausencia de mi madre que por encontrarse indispuesta finalmente canceló el venir a la boda. Segundo ,la felicidad radiante de los novios que me hacía tener presente por la propia naturaleza del acto, pero sin atisbo de exteriorización, la contundente soledad ya agriamente saboreada la mañana de antes de la boda ,luego reafirmada en la ida desde mi casa a la boda y sobre todo en la despedida cuando volví a mi estado actual, a quedar solo, y después de las 3 de la madrugada regresé andando a casa , prefería esos 3,6 km de paseo nocturno desde el Paseo de Gracia que compartir el taxi con mi ex mujer y su novio o lo que sea, para no ser testigo de que el subía a la casa que fue mía.
Parecía dura la recomendación o deseo que tenía para mi hijo, y que al final no le hice, pero no dejaba de ser una realidad: que sea más feliz que yo que es fácil. Su madre un día me despidió, lo cual cicatrizado ya hace años , supura un poco de nuevo aunque sin dolor, el día de la boda del hijo común, al compartir la mesa presidencial en el banquete con la que está pero ya no es. Pasado que podía haber sido totalmente superado más aún de haber comparecido yo en compañía de la que este invierno también decidió abandonarme tras años de relación.


Sí, llegué solo y me fui más solo aún, aunque ahora cuando a las 24 horas recuerdo que se estaba casando mi hijo, gracias a Dios mi emoción es de felicidad y no de pena por amores fracasados, sobre todo cuando regurgito algunas melodías de la ceremonia, que casualmente forman parte de mi repertorio de Ukelele, es decir que son especialmente preferidas por mi, lo que los novios desconocían : Land of Hope and Glory con la que los novios entraron en la iglesia, y el Somewhere over the Rainbow al ukelele por IZ que fue la primera melodía del banquete y cuyo video he visto repetidas veces aunque en el se retrasmita el feliz funeral acuático del propio cantante.