29 de noviembre de 2016Siempre quiero atenuar cierta vanidad en la que uno cae cuando cree que gusta. Uno va cumpliendo años y ese recordatorio te reconduce al suelo, pero también puede resultar que ese suelo o esa realidad precisamente sea la que no te acababas de creer por cierto decoro . Y de nuevo tengo que recurrir a la cita de Marai que hace poco utilicé en celdas de papel y que recordaba de La herencia de Eszter. El domingo 27 de noviembre hubo que decir no al mar no sólo por la persistente lluvia y por el estado del mar, y recordaba el 27 de noviembre de 1997 cuando debido al mal estado del mar casi muero haciendo vela ligera, y cuya practica a raíz de aquello abandoné . Esta vez la lluvia que en otras circunstancias hubiese sido insoportable se convirtió en cambio en una banda sonora apropiada a las circunstancias, y dieron un sabor bien distinto a aquella otoñal tarde de 1997 en que con riesgo de muerte por el golpe del mástil acabé de urgencias en el Hospital del Mar y con la frente remendada. De aquel día siempre me he acordado y de este domingo también siempre me acordaré, aunque a veces es mejor el olvido, cosa que será imposible. El sentido se puede perder la razón no y aunque parezca una inconveniencia sentirlo y más confesarlo, una de las sensaciones que he tenido y no sé la razón es sentirme King Kong,aunque sólo sea por un vergonzante atavismo de auto expresarme satisfacción golpeando me el pecho con algún contenido grito.
domingo, 31 de julio de 2016
Una Arnothy más cercana
Cuando la conocí ella era poco más que una adolescente. Y este año después de no haberla visto desde el siglo pasado parece que la diferencia de edad se haya atenuado. Siempre supe que tenía esos ojos espectaculares, pero la sigo viendo muy joven para un tipo tan aburrido y marginal como yo. Aunque mi impresión después de varios encuentros fortuitos es que yo no le parezco tan mayor.
29 de noviembre de 2016Siempre quiero atenuar cierta vanidad en la que uno cae cuando cree que gusta. Uno va cumpliendo años y ese recordatorio te reconduce al suelo, pero también puede resultar que ese suelo o esa realidad precisamente sea la que no te acababas de creer por cierto decoro . Y de nuevo tengo que recurrir a la cita de Marai que hace poco utilicé en celdas de papel y que recordaba de La herencia de Eszter. El domingo 27 de noviembre hubo que decir no al mar no sólo por la persistente lluvia y por el estado del mar, y recordaba el 27 de noviembre de 1997 cuando debido al mal estado del mar casi muero haciendo vela ligera, y cuya practica a raíz de aquello abandoné . Esta vez la lluvia que en otras circunstancias hubiese sido insoportable se convirtió en cambio en una banda sonora apropiada a las circunstancias, y dieron un sabor bien distinto a aquella otoñal tarde de 1997 en que con riesgo de muerte por el golpe del mástil acabé de urgencias en el Hospital del Mar y con la frente remendada. De aquel día siempre me he acordado y de este domingo también siempre me acordaré, aunque a veces es mejor el olvido, cosa que será imposible. El sentido se puede perder la razón no y aunque parezca una inconveniencia sentirlo y más confesarlo, una de las sensaciones que he tenido y no sé la razón es sentirme King Kong,aunque sólo sea por un vergonzante atavismo de auto expresarme satisfacción golpeando me el pecho con algún contenido grito.
29 de noviembre de 2016Siempre quiero atenuar cierta vanidad en la que uno cae cuando cree que gusta. Uno va cumpliendo años y ese recordatorio te reconduce al suelo, pero también puede resultar que ese suelo o esa realidad precisamente sea la que no te acababas de creer por cierto decoro . Y de nuevo tengo que recurrir a la cita de Marai que hace poco utilicé en celdas de papel y que recordaba de La herencia de Eszter. El domingo 27 de noviembre hubo que decir no al mar no sólo por la persistente lluvia y por el estado del mar, y recordaba el 27 de noviembre de 1997 cuando debido al mal estado del mar casi muero haciendo vela ligera, y cuya practica a raíz de aquello abandoné . Esta vez la lluvia que en otras circunstancias hubiese sido insoportable se convirtió en cambio en una banda sonora apropiada a las circunstancias, y dieron un sabor bien distinto a aquella otoñal tarde de 1997 en que con riesgo de muerte por el golpe del mástil acabé de urgencias en el Hospital del Mar y con la frente remendada. De aquel día siempre me he acordado y de este domingo también siempre me acordaré, aunque a veces es mejor el olvido, cosa que será imposible. El sentido se puede perder la razón no y aunque parezca una inconveniencia sentirlo y más confesarlo, una de las sensaciones que he tenido y no sé la razón es sentirme King Kong,aunque sólo sea por un vergonzante atavismo de auto expresarme satisfacción golpeando me el pecho con algún contenido grito.
domingo, 8 de mayo de 2016
La boda: testimonio de felicidad y de soledad
El contrapunto de felicidad no era esta primavera fresca, que tanto me gustan, ni siquiera que el día empezase lloviendo y que luego se arregló ; el contrapunto a la felicidad del casamiento de un hijo era la soledad amatoria con la que yo comparecía a su boda . Realmente fue emotivo testimoniar su felicidad, tuve una mezcla de sentimientos diversos, todos ellos evocadores y potentes, en los que obviamente sobresalen, menos mal, los de felicidad del hijo único que se casa y cuya dicha transfiere a sus padres aunque estos no formen desde hace años pareja.
Aunque por la separación matrimonial hacía años que no vivía con mi hijo, lo que le resta la pena de la marcha por casamiento, no quita para que el solemne trámite indique el relevo generacional de padres-hijos. Primero el recuerdo de mi padre que no ha vivido para ver casarse a su único nieto y la ausencia de mi madre que por encontrarse indispuesta finalmente canceló el venir a la boda. Segundo ,la felicidad radiante de los novios que me hacía tener presente por la propia naturaleza del acto, pero sin atisbo de exteriorización, la contundente soledad ya agriamente saboreada la mañana de antes de la boda ,luego reafirmada en la ida desde mi casa a la boda y sobre todo en la despedida cuando volví a mi estado actual, a quedar solo, y después de las 3 de la madrugada regresé andando a casa , prefería esos 3,6 km de paseo nocturno desde el Paseo de Gracia que compartir el taxi con mi ex mujer y su novio o lo que sea, para no ser testigo de que el subía a la casa que fue mía.
Parecía dura la recomendación o deseo que tenía para mi hijo, y que al final no le hice, pero no dejaba de ser una realidad: que sea más feliz que yo que es fácil. Su madre un día me despidió, lo cual cicatrizado ya hace años , supura un poco de nuevo aunque sin dolor, el día de la boda del hijo común, al compartir la mesa presidencial en el banquete con la que está pero ya no es. Pasado que podía haber sido totalmente superado más aún de haber comparecido yo en compañía de la que este invierno también decidió abandonarme tras años de relación.
Sí, llegué solo y me fui más solo aún, aunque ahora cuando a las 24 horas recuerdo que se estaba casando mi hijo, gracias a Dios mi emoción es de felicidad y no de pena por amores fracasados, sobre todo cuando regurgito algunas melodías de la ceremonia, que casualmente forman parte de mi repertorio de Ukelele, es decir que son especialmente preferidas por mi, lo que los novios desconocían : Land of Hope and Glory con la que los novios entraron en la iglesia, y el Somewhere over the Rainbow al ukelele por IZ que fue la primera melodía del banquete y cuyo video he visto repetidas veces aunque en el se retrasmita el feliz funeral acuático del propio cantante.
Parecía dura la recomendación o deseo que tenía para mi hijo, y que al final no le hice, pero no dejaba de ser una realidad: que sea más feliz que yo que es fácil. Su madre un día me despidió, lo cual cicatrizado ya hace años , supura un poco de nuevo aunque sin dolor, el día de la boda del hijo común, al compartir la mesa presidencial en el banquete con la que está pero ya no es. Pasado que podía haber sido totalmente superado más aún de haber comparecido yo en compañía de la que este invierno también decidió abandonarme tras años de relación.
Sí, llegué solo y me fui más solo aún, aunque ahora cuando a las 24 horas recuerdo que se estaba casando mi hijo, gracias a Dios mi emoción es de felicidad y no de pena por amores fracasados, sobre todo cuando regurgito algunas melodías de la ceremonia, que casualmente forman parte de mi repertorio de Ukelele, es decir que son especialmente preferidas por mi, lo que los novios desconocían : Land of Hope and Glory con la que los novios entraron en la iglesia, y el Somewhere over the Rainbow al ukelele por IZ que fue la primera melodía del banquete y cuyo video he visto repetidas veces aunque en el se retrasmita el feliz funeral acuático del propio cantante.
martes, 5 de abril de 2016
¿No puedes parar?
Aunque no creo , estoy seguro, que hoy no le darían a ALEXIS CARREL el premio Nobel de Medicina (1912), no de Literatura que reza el libro. La incógnita del Hombre es un libro recomendable, expurgado de sus afirmaciones mas trasnochadas fundamentalmente de carácter racista , que hoy le invalidarían para tan alto galardón. El libro, de 1933, contiene multitud de pensamientos que no sólo comparto sino que ya había yo tenido. La eficiencia del individuo exige disciplina y cierta dosis de aislamiento. En la edad madura y la vejez la actividad ha de ser intensa para no caer en el hundimiento. Con este último pensamiento recién leído la mañana del domingo 3 de abril, y tras acabar la lectura del libro me lanzaba yo a mi triple actividad de carrera por la playa de 4km. y luego el mismo itinerario de tabla a remo y de piragua, que esta vez fue de kayak-surf por haber olas apropiadas. Y fue cuando con el kayak-shark bajaba a la playa por tercera vez cuando un niño que estaba al corriente de mis idas y venidas y cambio de embarcaciones, me dijo :
"¿no puedes parar?"
y entonces me acordé de la lectura de Carrel y de la imprescindible afirmación a la que añado yo de la conveniencia de tomarse los ocios como obligaciones autodisciplinadas y las obligaciones como ocios. No le dije nada al chiquillo , aunque tendría que haberle dicho que aprendiese.
Del mediodía del Domingo de Ramos, 20 de marzo de 2016, fotos de móvil de David Franco
domingo, 20 de marzo de 2016
Claudia de Turingia : ¿ Malvina de Bretaña?
He terminado hace un rato la lectura de la última obra que me quedaba por leer del tomo que compré en diciembre de 2014 de Jerome K Jerome, que casualmente también era la del final del volumen, "Malvina de Bretaña"; es en realidad una obra de relatos y Malvina es el primero, se trata de un hada.Claudia no era un hada pero en realidad apareció como tal, no era de Bretaña sino de Turingia (Oberdorla).
El día de la festividad de San Juan Bosco [único santo que venero] de este año parece que todo se fue al traste, en realidad no me lo acabé de creer, pero tras mes y medio de ralentizada relación me da la impresión de que 10 años pueden haber llegado al final.
Mi escasa soberbia y poco carácter me hacen soportar desplantes sobre la prescinbilidad de verse, yo lo intento estoicamente y meras excusas eluden el encuentro, otro no daría oportunidad a esos desaires, pero yo sí. En consecuencia la tarde del viernes ( 18 de marzo) en mi quinto y consecutivo enclaustramiento vespertino hice lo habitual, leer. Aunque tenga el alto honor de haber sido condecorado por ello, bueno por coleccionista literario que viene a ser lo mismo, no soy ajeno al pensamiento de que la lectura en mí tiene de hábito tanto como de vicio que aboca a un aislamiento solo permisible en cuanto se es consciente de ello.
Con el regular ánimo de una soledad no deseada me fui sobre las 22 horas hacia la estación de Francia, me gusta coger el tren en origen por aquello de ir en bicicleta y querer aposentarme con comodidad. El tren de las 22,51 es el último y hace años que es frecuente que lo coja los viernes para irme para mi casa de la playa. Y de nuevo en un banco de la estación , en espera del tren abrí a Malvina,... siempre me asalta el deseo de preguntar a los que leen en lugar público que es lo que leen, pero nunca me atrevo. Ella si que se atrevió, llegó y extrañamente se sentó junto a mi, abrió su libro en ingles e inmediatamente me preguntó por el mío, con una proximidad física inusual. Antes de subir al tren ya me había interrogado de casi todo sobre mi. El asalto no era mala forma de deasctivar o camuflar la tristeza y aunque podía ser mi hija tampoco era una niña esta alemana del Esta nacida nueve años menos un día antes de caer el muro de Berlín. Hablamos y hablamos, y para cuando se bajó en Castelldefels ya me había pedido el teléfono y ya estábamos amigados por Facebook. Aunque mostró mucho interés en volver a vernos y tomar un café en mi biblioteca, mi Malvina de Oberdorla aparecida una triste noche del final del invierno no creo que vuelva a aparecer, aunque yo para demostrarme que al menos esa noche era real le tiré algunas fotos antes de bajarse del tren.
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